de enero de 1959 – Triunfo de la Revolución Cubana
La inercia e incapacidad de los partidos políticos burgueses para enfrentar al régimen castrense imperante en Cuba, al cual se adhirieron algunos de estos partidos contrastó con la beligerancia de los sectores populares, en especial de la joven generación que recién nacía a la vida política. De sus filas nació un movimiento de nuevo tipo, encabezado por Fidel Castro, un joven abogado cuyas primeras actividades políticas se habían desarrollado en el medio universitario y las filas de la ortodoxia. Preconizando una nueva estrategia de lucha armada contra la dictadura, Fidel se dio a la silenciosa y tenaz preparación de esa batalla.
Las acciones se desencadenarían el 26 de julio de 1953, con el asalto simultáneo a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Céspedes en Bayamo, concebidas como detonante de una vasta insurrección popular. Al fracasar la operación, decenas de asaltantes que cayeron prisioneros fueron asesinados. Otros sobrevivientes, entre los que se encontraba Fidel, fueron juzgados y condenados a severas penas de prisión. En el juicio que se les siguió, el joven líder revolucionario pronunció un brillante alegato de autodefensa conocido como La Historia me absolverá, en el cual fundamentaba el derecho del pueblo a la rebelión contra la tiranía y explicaba las causas, vías y objetivos de la lucha emprendida. Este alegato se convertiría en el programa de la revolución.
Entretanto, la dictadura enfrentaba la crítica coyuntura creada por el descenso de los precios del azúcar con la manida fórmula de la restricción productiva. Para contrarrestar sus efectos depresivos, el gobierno inicia una movilización compulsiva de recursos financieros que, en proporción apreciable, terminarían en las arcas de los personeros del régimen. No obstante el fomento de nuevos renglones productivos en las dos décadas precedentes, la economía cubana, uncida al azúcar, no alcanzaba un crecimiento satisfactorio. Evidencia máxima de ello era la masa de desempleados y subempleados que ya, a mediados de la década de 1950, llegaría a constituir la tercera parte de la fuerza laboral del país.
El intento de la tiranía por legalizar su estatus mediante unas espurias elecciones en 1954, serviría al menos para aplacar su seña represiva. La circunstancia fue aprovechada por el movimiento de masas que en 1955 ascendió de manera significativa y logró la amnistía de los presos políticos, entre ellos los combatientes del Moncada, y escenificó huelgas obreras de gran importancia, sobre todo en el sector azucarero. En ese mismo año se funda el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7), constituido por Fidel y sus compañeros, y un año más tarde se crea el Directorio Revolucionario, que agrupa a los elementos más combativos del estudiantado universitario.
Tras demostrar la imposibilidad de toda lucha legal contra la tiranía, Fidel Castro marcha hacia México con el propósito de organizar una expedición liberadora e iniciar la guerra revolucionaria. Por su parte, los partidos burgueses de la oposición ensayan una nueva maniobra conciliadora con Batista en busca de una salida "política" a la situación. El fracaso terminaría por hundirlos en el desprestigio.
El 2 de diciembre de 1956, Fidel desembarcaba al frente de la expedición del Yate Granma, en Las Coloradas, provincia de Oriente. Dos días antes, los combatientes clandestinos del Movimiento 26 de Julio, al mando de Frank País, habían llevado a cabo en Santiago de Cuba un levantamiento de apoyo al desembarco. Al no coincidir ambas acciones, el levantamiento terminaba en un lamentable fracaso. Tras el revés del lugar llamado Alegría de Pío, que dispersara al contingente expedicionario, Fidel Castro y un puñado de combatientes lograban ganar el firme de la Sierra Maestra para constituir el núcleo inicial del Ejército Rebelde. Su carta de presentación sería, un mes después, la toma del pequeño cuartel de La Plata, acción que serviría para desmentir las versiones propaladas por la dictadura acerca del total exterminio de los expedicionarios.
En 1957, mientras el Ejército Rebelde se gestaba en las montañas con una serie de acciones entre las más importantes el combate de El Uvero, donde se aniquiló una guarnición de 59 soldados, en las ciudades se desarrollaba con gran ímpetu la lucha clandestina. El 13 de marzo de ese mismo año, un destacamento del Directorio Revolucionario realizaba un ataque al Palacio Presidencial en La Habana, con el propósito de ajusticiar al tirano, pero fracasan. En esta acción caería en combate José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). A los atentados y actos de sabotaje, la tiranía respondería con un incremento de las torturas a los detenidos y una oleada de crímenes.
En el mes de julio, el asesinato de Frank País provocaría una huelga espontánea que paralizó gran parte de la nación. Poco después, en septiembre, el alzamiento del puesto naval de la ciudad de Cienfuegos pondría en evidencia las profundas grietas en las fuerzas armadas del batistato. A finales de año, el ejército fracasa en su ofensiva contra la Sierra Maestra, en la que ya se han consolidado dos columnas guerrilleras.
A principio de 1958, el movimiento revolucionario decide acelerar la caída del tirano mediante una huelga general con características de insurrección. En la Sierra Maestra, Fidel Castro crea dos nuevas columnas al mando de los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, quienes deben abrir dos frentes guerrilleros en otras zonas montañosas de Oriente. La huelga, convocada el 9 de abril, se malogra con graves pérdidas para las fuerzas revolucionarias. Batista cree llegado el momento de liquidar la insurrección, y en el verano lanza una ofensiva de 10.000 hombres sobre la Sierra Maestra. En feroces combates y batallas: Santo Domingo, El Jigüe, Vegas de Jibacoa, y otros, las tropas rebeldes derrotan a los batallones de la tiranía que logran penetrar en la Sierra y los obliga a retirarse. Ese es el viraje definitivo. Los partidos de la oposición burguesa, que hasta entonces han maniobrado para capitalizar la rebeldía popular, se apresuran en reconocer el indiscutible liderazgo de Fidel Castro.
Columnas rebeldes parten hacia diversos puntos del territorio nacional, entre ellas las de los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, quienes avanzan hacia la provincia de Las Villas. En esa zona ya operan diversos grupos de combatientes, entre otros los del Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular (Comunista). El 20 de noviembre el Comandante en Jefe de las tropas rebeldes, Fidel Castro, dirige personalmente la Batalla de Guisa, que marca el comienzo de la definitiva ofensiva revolucionaria. En acciones coordinadas, las ya numerosas columnas del II y el III frentes orientales van tomando las poblaciones aledañas para cerrar el cerco sobre Santiago de Cuba. El Che, en Las Villas, toma uno tras otro los pueblos a lo largo de la carretera central y se apresta al asalto de la ciudad de Santa Clara, capital provincial, mientras que, por su parte Camilo Cienfuegos, rinde en tenaz combate el cuartel de la ciudad de Yaguajay.
El 1 de enero de 1959 Batista abandona el país. En una maniobra de última hora, bendecida por la embajada norteamericana, el General Eulogio Cantillo intenta crear una junta cívico-militar. Fidel Castro camina a la guarnición de Santiago de Cuba a que se rinda y al pueblo a una huelga general que, apoyada masivamente por todo el país, aseguraría la victoria de la Revolución.
Las acciones se desencadenarían el 26 de julio de 1953, con el asalto simultáneo a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Céspedes en Bayamo, concebidas como detonante de una vasta insurrección popular. Al fracasar la operación, decenas de asaltantes que cayeron prisioneros fueron asesinados. Otros sobrevivientes, entre los que se encontraba Fidel, fueron juzgados y condenados a severas penas de prisión. En el juicio que se les siguió, el joven líder revolucionario pronunció un brillante alegato de autodefensa conocido como La Historia me absolverá, en el cual fundamentaba el derecho del pueblo a la rebelión contra la tiranía y explicaba las causas, vías y objetivos de la lucha emprendida. Este alegato se convertiría en el programa de la revolución.
Entretanto, la dictadura enfrentaba la crítica coyuntura creada por el descenso de los precios del azúcar con la manida fórmula de la restricción productiva. Para contrarrestar sus efectos depresivos, el gobierno inicia una movilización compulsiva de recursos financieros que, en proporción apreciable, terminarían en las arcas de los personeros del régimen. No obstante el fomento de nuevos renglones productivos en las dos décadas precedentes, la economía cubana, uncida al azúcar, no alcanzaba un crecimiento satisfactorio. Evidencia máxima de ello era la masa de desempleados y subempleados que ya, a mediados de la década de 1950, llegaría a constituir la tercera parte de la fuerza laboral del país.
El intento de la tiranía por legalizar su estatus mediante unas espurias elecciones en 1954, serviría al menos para aplacar su seña represiva. La circunstancia fue aprovechada por el movimiento de masas que en 1955 ascendió de manera significativa y logró la amnistía de los presos políticos, entre ellos los combatientes del Moncada, y escenificó huelgas obreras de gran importancia, sobre todo en el sector azucarero. En ese mismo año se funda el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7), constituido por Fidel y sus compañeros, y un año más tarde se crea el Directorio Revolucionario, que agrupa a los elementos más combativos del estudiantado universitario.
Tras demostrar la imposibilidad de toda lucha legal contra la tiranía, Fidel Castro marcha hacia México con el propósito de organizar una expedición liberadora e iniciar la guerra revolucionaria. Por su parte, los partidos burgueses de la oposición ensayan una nueva maniobra conciliadora con Batista en busca de una salida "política" a la situación. El fracaso terminaría por hundirlos en el desprestigio.
El 2 de diciembre de 1956, Fidel desembarcaba al frente de la expedición del Yate Granma, en Las Coloradas, provincia de Oriente. Dos días antes, los combatientes clandestinos del Movimiento 26 de Julio, al mando de Frank País, habían llevado a cabo en Santiago de Cuba un levantamiento de apoyo al desembarco. Al no coincidir ambas acciones, el levantamiento terminaba en un lamentable fracaso. Tras el revés del lugar llamado Alegría de Pío, que dispersara al contingente expedicionario, Fidel Castro y un puñado de combatientes lograban ganar el firme de la Sierra Maestra para constituir el núcleo inicial del Ejército Rebelde. Su carta de presentación sería, un mes después, la toma del pequeño cuartel de La Plata, acción que serviría para desmentir las versiones propaladas por la dictadura acerca del total exterminio de los expedicionarios.
En 1957, mientras el Ejército Rebelde se gestaba en las montañas con una serie de acciones entre las más importantes el combate de El Uvero, donde se aniquiló una guarnición de 59 soldados, en las ciudades se desarrollaba con gran ímpetu la lucha clandestina. El 13 de marzo de ese mismo año, un destacamento del Directorio Revolucionario realizaba un ataque al Palacio Presidencial en La Habana, con el propósito de ajusticiar al tirano, pero fracasan. En esta acción caería en combate José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). A los atentados y actos de sabotaje, la tiranía respondería con un incremento de las torturas a los detenidos y una oleada de crímenes.
En el mes de julio, el asesinato de Frank País provocaría una huelga espontánea que paralizó gran parte de la nación. Poco después, en septiembre, el alzamiento del puesto naval de la ciudad de Cienfuegos pondría en evidencia las profundas grietas en las fuerzas armadas del batistato. A finales de año, el ejército fracasa en su ofensiva contra la Sierra Maestra, en la que ya se han consolidado dos columnas guerrilleras.
A principio de 1958, el movimiento revolucionario decide acelerar la caída del tirano mediante una huelga general con características de insurrección. En la Sierra Maestra, Fidel Castro crea dos nuevas columnas al mando de los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, quienes deben abrir dos frentes guerrilleros en otras zonas montañosas de Oriente. La huelga, convocada el 9 de abril, se malogra con graves pérdidas para las fuerzas revolucionarias. Batista cree llegado el momento de liquidar la insurrección, y en el verano lanza una ofensiva de 10.000 hombres sobre la Sierra Maestra. En feroces combates y batallas: Santo Domingo, El Jigüe, Vegas de Jibacoa, y otros, las tropas rebeldes derrotan a los batallones de la tiranía que logran penetrar en la Sierra y los obliga a retirarse. Ese es el viraje definitivo. Los partidos de la oposición burguesa, que hasta entonces han maniobrado para capitalizar la rebeldía popular, se apresuran en reconocer el indiscutible liderazgo de Fidel Castro.
Columnas rebeldes parten hacia diversos puntos del territorio nacional, entre ellas las de los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, quienes avanzan hacia la provincia de Las Villas. En esa zona ya operan diversos grupos de combatientes, entre otros los del Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular (Comunista). El 20 de noviembre el Comandante en Jefe de las tropas rebeldes, Fidel Castro, dirige personalmente la Batalla de Guisa, que marca el comienzo de la definitiva ofensiva revolucionaria. En acciones coordinadas, las ya numerosas columnas del II y el III frentes orientales van tomando las poblaciones aledañas para cerrar el cerco sobre Santiago de Cuba. El Che, en Las Villas, toma uno tras otro los pueblos a lo largo de la carretera central y se apresta al asalto de la ciudad de Santa Clara, capital provincial, mientras que, por su parte Camilo Cienfuegos, rinde en tenaz combate el cuartel de la ciudad de Yaguajay.
El 1 de enero de 1959 Batista abandona el país. En una maniobra de última hora, bendecida por la embajada norteamericana, el General Eulogio Cantillo intenta crear una junta cívico-militar. Fidel Castro camina a la guarnición de Santiago de Cuba a que se rinda y al pueblo a una huelga general que, apoyada masivamente por todo el país, aseguraría la victoria de la Revolución.
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