19 y 20 de diciembre de 2.001 – Estalla Argentina
Tras una década de políticas antipopulares llevada al extremo por los gobiernos neoliberales de Carlos Menem y continuadas por La Alianza (gobierno de de la Rúa); el pueblo sale a las calles no solo manifestando su disconformidad, sino bregando por un nuevo orden político, social, económico y cultural.
Como ejercicio de la Memoria les proponemos la opinión del escritor Mempo Giardinelli publicada el 20 de diciembre del 2.001 en Página 12.
Como ejercicio de la Memoria les proponemos la opinión del escritor Mempo Giardinelli publicada el 20 de diciembre del 2.001 en Página 12.
Padres saqueadores
La situación no da para más y asistimos a un nuevo desastre político: Fernando de la Rúa firma el estado de sitio y se resiste a renunciar, apenas apuntalado por hijos y amigos y uno que otro funcionario. El radicalismo, el peronismo y el frepasismo han conducido al país a este abismo que reinaugura violencias. Primero saquearon ellos al país. Se menemizaron y entre todos lo fundieron. Y ahora no saben qué hacer cuando los que fueron saqueados empiezan a saquear las sobras. No parece quedar nadie, en la dirigencia política, con algo de crédito y de sensatez como para colocarse al frente del descontento popular y evitar que el desborde nos avergüence dentro de unos días.
Mientras tanto, hay que subrayar que la verdadera responsabilidad de lo que estamos padeciendo en estas horas radica en la estulticia de este gobierno de traidores a la patria (que no otra cosa son) y en el desastre económico en que han sumido a esta sociedad hoy desesperada. Domingo Felipe Cavallo es uno de los principales responsables, porque con su política económica terrorista ha venido preparando el terreno para esto. Fernando de la Rúa es el otro. Jefe del anterior, o su rehén, de todos modos le cabe la enorme responsabilidad de la traición a las ilusiones de todo un pueblo.
Los sectores dirigentes en general, y no sólo los políticos, son también responsables del caos porque pudiendo frenar no frenaron y porque antepusieron siempre sus intereses sectoriales por sobre los de la nación. También los dirigentes sindicales, que son -.los oficiales y los “duros”-. caricaturas vergonzosas de la historia del movimiento obrero. Y el menemismo, obviamente, que durante diez años depredó y corrompió, y ahora recorre los cuarteles seguramente dispuesto a avalar cualquier intervención militar de emergencia. El descontrol es responsabilidad también de la Corte Suprema Automática y del Senado Automático, que en el último mes completaron la burla a la Justicia y prepararon el terreno modificando de hecho el orden de la sucesión presidencial.
El déficit cero no cierra ni a palos (que ya han empezado, por cierto) y el caos social y económico empuja hoy a este gobierno a una salida como la de Alfonsín. Lo grave es que con una nación anímicamente mucho más debilitada que contempla la cínica dolarización que ansió siempre el banco-terrorismo vernáculo. Les falta todavía apoderarse del Banco Nación, les falta sepultar a la educación pública, les falta completarles la revancha a los militares asesinos. Hacía falta una pueblada pacífica y ordenada, profundamente democrática y no violenta, y alguien de la democracia debió haberla encabezado. Porque sí tenemos salida. Sí hay opciones políticas y económicas, como las que proponen el Frenapo, la CTA, el Plan Fénix y muchas organizaciones sociales y políticas de la Argentina. Pero ninguno de los que pudo lo hizo y ésa es una cuenta que tendremos que cargar, también, a la dolorosa lista de nuestra memoria. Porque todos sabíamos que esta pueblada se iba a producir e iba a ser caótica y sangrienta si no se la conducía. Ahora está en marcha y es horrible y desastrosa, como la propiciaron los ajustadores mientras se relamían los dinosaurios.
La situación es intolerable y es muy probable la renuncia del Presidente. La Constitución nacional tiene prevista la vía sucesoria: el presidente del Senado debería en tal caso asumir la Presidencia y convocar a elecciones nacionales. Si esto ocurre debe abrirse un debate nacional sobre nuestros modos de hacer política. Y algunas preguntas tendremos que hacernos, en las jornadas venideras. Por ejemplo: ¿por qué razón los fascistas siempre triunfan en la Argentina? ¿Qué tara tenemos –pueblo y dirigentes– que permitimos que en todos los turnos de la Historia la minoría fascista, nazi, chovinista y xenófoba de este país nos tuerza el presente y obnubile el futuro? Porque eso es lo que verdaderamente está pasando en nuestro país en estas horas.
Mientras tanto, hay que subrayar que la verdadera responsabilidad de lo que estamos padeciendo en estas horas radica en la estulticia de este gobierno de traidores a la patria (que no otra cosa son) y en el desastre económico en que han sumido a esta sociedad hoy desesperada. Domingo Felipe Cavallo es uno de los principales responsables, porque con su política económica terrorista ha venido preparando el terreno para esto. Fernando de la Rúa es el otro. Jefe del anterior, o su rehén, de todos modos le cabe la enorme responsabilidad de la traición a las ilusiones de todo un pueblo.
Los sectores dirigentes en general, y no sólo los políticos, son también responsables del caos porque pudiendo frenar no frenaron y porque antepusieron siempre sus intereses sectoriales por sobre los de la nación. También los dirigentes sindicales, que son -.los oficiales y los “duros”-. caricaturas vergonzosas de la historia del movimiento obrero. Y el menemismo, obviamente, que durante diez años depredó y corrompió, y ahora recorre los cuarteles seguramente dispuesto a avalar cualquier intervención militar de emergencia. El descontrol es responsabilidad también de la Corte Suprema Automática y del Senado Automático, que en el último mes completaron la burla a la Justicia y prepararon el terreno modificando de hecho el orden de la sucesión presidencial.
El déficit cero no cierra ni a palos (que ya han empezado, por cierto) y el caos social y económico empuja hoy a este gobierno a una salida como la de Alfonsín. Lo grave es que con una nación anímicamente mucho más debilitada que contempla la cínica dolarización que ansió siempre el banco-terrorismo vernáculo. Les falta todavía apoderarse del Banco Nación, les falta sepultar a la educación pública, les falta completarles la revancha a los militares asesinos. Hacía falta una pueblada pacífica y ordenada, profundamente democrática y no violenta, y alguien de la democracia debió haberla encabezado. Porque sí tenemos salida. Sí hay opciones políticas y económicas, como las que proponen el Frenapo, la CTA, el Plan Fénix y muchas organizaciones sociales y políticas de la Argentina. Pero ninguno de los que pudo lo hizo y ésa es una cuenta que tendremos que cargar, también, a la dolorosa lista de nuestra memoria. Porque todos sabíamos que esta pueblada se iba a producir e iba a ser caótica y sangrienta si no se la conducía. Ahora está en marcha y es horrible y desastrosa, como la propiciaron los ajustadores mientras se relamían los dinosaurios.
La situación es intolerable y es muy probable la renuncia del Presidente. La Constitución nacional tiene prevista la vía sucesoria: el presidente del Senado debería en tal caso asumir la Presidencia y convocar a elecciones nacionales. Si esto ocurre debe abrirse un debate nacional sobre nuestros modos de hacer política. Y algunas preguntas tendremos que hacernos, en las jornadas venideras. Por ejemplo: ¿por qué razón los fascistas siempre triunfan en la Argentina? ¿Qué tara tenemos –pueblo y dirigentes– que permitimos que en todos los turnos de la Historia la minoría fascista, nazi, chovinista y xenófoba de este país nos tuerza el presente y obnubile el futuro? Porque eso es lo que verdaderamente está pasando en nuestro país en estas horas.
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